El síndrome de Peter Pan, no perdió su tiempo con prorrogas, me arranca de la matriz los pensamientos, ni aún con soldadura de plata se regenera el espejo quebrado ni Campanita esfumando con sus polvitos mágicos hacia la tierra de la fantasía., He ido caminando lento en un cortejo de verbos que caminan insignificantes, haciendo orgías con mis dedos estando enferma de ensueños, con los bolsillos llenos.
El corazón se convierte en un reloj oxidado, que detiene exactamente los minutos de un golpe, en la carga de cómo rematar un poema con la lengua anestesiada. Silencios, solo silencios habitarán mi alma.
Será rubí el rostro en la eutanasia que me aguarda, para no declamar los veinte poemas de amor y una canción desesperada, cuando se quiebre la tierra para abrir la fosa final.
Nota de la autora.
paradójicamente
intentando crecer.
Guillermina Covarrubias.
15/12/2015.
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