En las sombras del silencio
beben el vino de sus bocas.
Con los retazos de sus cuerpos
y su fuego profundo.
Con los ojos puestos en sus ojos
clavando en gajos la dicha.
Mientras como peces las manos
salpican en sus cuerpos
sin puertos ni bahías.
Amor en filos de cuchillos
en un éxtasis de sueños
y un vértigo de entrega.
Un látigo embelesado
en un nido parido.
Guillermina Covarrubias.
16/12/2015
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