Has podido ver tu imagen, reflejada en las gotas de agua de ese cristal húmedo que te hace de espejo y que al empañarse te permite ver quién eres,
cambiar la vida de alguien, incluso cuando ese alguien, eres tú.
En ese punto de rebeldía que está empezando a crecer.
Llueven aguas muertas
brincan en mi techo,
en mi imaginación,
como cabras salvajes
son látigo de verdugo
en versos destrozados,
desde mis zapatos
hasta mis cabellos.
Suspira y gime el cansancio
cruje la palidez de mi pecho
de confusos ramajes
y en los huesos, que lloré
en el fatuo de mis carne yertas.
Quise dejarte en las cortinas
arruinadas por el tiempo
en mi encierro mudo y sordo
entre banales tangos y escalas.
No solo llueve con furia en la cocina
de mi tedioso convento
también en silabas prófugas
que hoy huelen a azufre violento.
Me canse ser poeta me canse
de las sombras difusas
que dibuja el humo del cigarro,
el vapor de mi café.
Me canse de mis ojos cansados,
de las letras lloronas
Y un amor imaginado…
está en mi pestaña más larga
que veo todos los días en el espejo
hoy lucen como los ojos de Alfonsina
hoy la lluvia me trae desolados besos
mañana nace de nuevo el sol
hoy esta nublado, llueve llueve
en mi techo y en mi corazón.
Guillermina Covarrubias Medina
01/09/2014
Bien se me da el poema, amiga. De mucho gusto.
ResponderBorrarAbrazos