Con mi cuerpo desmayado,
de infierno sosegado,
ávido de volver a escalarte entre burbujas,
seguir después hacia tu ombligo,
a tu espacio,hacia el centro
donde empieza el cosquilleo;
lamiendo el amanecer,
a tu lado o sobre ti, errabunda,
para florecer como rosa de mayo.
En el murmullo de tus olas
que van y vienen, intensas,
como sube la marea encrespada,
vistiendo de gala
las frecuencias de mí aliento.
Te recibo sin ruidos
y me abro a la perdición del jazmín,
que se expande como el cosmos,
meciéndose, en un abanico de colores.
Y me voy meciendo,
como el trigo con el viento,
bajo tu esfinge prendida,
una luciérnaga atrevida
en los bordes de mi locura,
que se somete luminosa
atravesando la noche,
tal pájara que rasga, valerosa,
volando, enredada en ti,
con nombre de mujer.
Guillermina Covarrubias
07/05/2015
Nota de la autora
Poemas de mi próximo libro
aún sin título.
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