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mis sudores viejos, intentando encontrar la brújula
que guiara mis sandalias hacia la rosa de los vientos.
Me convertí en un diente de león diseminado buscando
el norte, como los girasoles giran inquietos su rostro al sol.
Ágil, el sombrero de acero ahora tiene alas de algodón
trepa cascadas imposibles para soplar el viento.
Borrando huellas en la arena inseguras del tiempo
aun están ahí en mí, adornando con sus colores los años.
Si amor y razón desnudos moran en mi silueta rebelde
melodías en una espiga dorada mecen los labios
en la vía láctea que me acuna al recordar
la sonrisa de unos ojos pequeños color miel.
¿Quien borrara el bálsamo de mis agostos
la arrugas de una tarde de mayo.
¿Quien podrá sacar la frescura de los claveles?
¿Quien podrá callar mi boca y secar mi pluma?
¿Quién? ¿la oscuridad serena las alas de algodón?
¿La rosa de los vientos? ¿Quien ¿
Seré un girasol con cara al sol, regando de semillas de vida
galopando en mi unicornio azul.
Guillermina Covarrubias Medina
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