Siete espacios atraviesan el abismo enfrentando el vació, no importa desde dónde, ni de quien, surge fugaz como un reflejo entre la música de fondo y tu piel borrosa, así se desgrana un verbo y vagan las sombras en palabras
Gira en el espejo esa tarde lejana, se cuajan las lágrimas en los vidrios donde la lluvia canta, y vuelven a brotar en capullos las cigarras, entonces pregonera, grita el alma , no mide los días, las noches y prende antorchas contra la brisa. Desnuda la espiga, se doblega hasta el fondo de su cauce descuajando las raíces con la sonrisa clara, amarga, lentamente se hunde así una daga en los ecos de las piedras, cuando el corazon se vuelve más azul revistiéndose de glaciares, con la mirada hacia las últimas gaviotas emigrantes, de lejos vislumbro los interludios con paisajes de luciérnagas y los ríos púrpuras se ahogan buscando ciegamente la memoria, las otras huellas , se borran de la garganta y apaga la sed de las pupilas.
Guillermina Covarrubias Medina
Octubre 2018.
