Un murmullo soñador
que llega, retorna,
de una tarde bordada
de manos y piel.
Palabras erotizadas
con efluvios de amor
irracionales, cósmicas.
afincadas sin frenos.
Me cuelgo iracunda
en el trote, incorregible,
un mismo tic tac,
del reloj de mi viento.
Se injertan las arterias
en mi árbol de agosto,
florecen, las palabras
solfeando el alma.
-Te pienso -
y mis alas de pañuelo
son duendes
en las sombras.
Un colibrí pasajero
y en el rocío
de mis sueños
apago tu fuego.
Guillermina Covarrubias Medina
31/12/2016
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