Pasan las horas y yo esperando suicidarme un poco con intenciones laberínticas vagando entre papeles y papeles en esta puta vida allanando mundos secretos narcisistas llamados realidades, que abre su cofre irónico sin inclusión de juicios desde dos puntos distintos, dos caras de una moneda sin sellos sin cruz como un grotesco contraste, entre alquimias quirúrgicas que enjaulan la libertad con sus dogmas de salitres y brumas, como ángeles con pudores y vergüenzas, y demonios, queriendo engañar un chasquido que entronca los impulsos profundos, sin saber si fue, si será, si ir si venir de un viaje que nunca hizo, sin tomarse el ultimo trago.
Juegan hábilmente los pensamientos grotescos, en busca del paraíso perdido poético lúdico titulado osamentas socarronas, de provengo o no provengo, siguiendo la epístola de un carnal susurro, en los oídos sordos queriendo equivocarse, sin equivocar el cóncavo y convexo y la anárquica disciplina en un presupongo de los puntos cardinales.
Guillermina Covarrubias
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