Quizás te esperaba cuando morí
en la espesa niebla que traga,
y un día al renacer estabas ahí
justo donde aletea el alma,
como el chispazo del mar
que sube a mi falda.
Vendí mi alma al diablo
en unas rubricas quebradas,
bailé sones funestos
con el canto del cielo largo.
Con mis ojos de átomos
bordé la tierra de aguas.
Espina fragante y peregrina
es mi voz como campana
mis manos tallos amargos
porque en mi aliento llevo tu vaho
como cien cuervos aleteando.
Y para seguir siendo humana
cuento cada recuerdo
con la tinta roja bombeando
en el paréntesis del fracaso.
Mis ojos son viveros muertos
me hieren como puñales
en estambres de sueños,
hoy entierro el secreto de la noche
seré hija de la muerte
así el corazón muerto, no ama,
tal vez, siga hilando mis labios
en una rubricas quebradas.
Guillermina Covarrubias Medina
29/09/2015/
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