A mi amado que me acuna
en el murmullo de los ríos, el que ata las raíces
a mis sueños,es la eterna lluvia que
copula mi tierra,mi sol, y mi viento.
Existe en la sonrisa que me embriaga
me inventa a conjugar el verbo amar
con el equilibrio el pensamiento.
Es el amante, que entibia el cuerpo,
el sol que acaricia mi corazón travieso,
en cada coyuntura del silencio,
preñando el desierto con sus húmedos besos.
Sin embargo es mi tornado que pisotea la cordura
en la soledad, que juega con mis cabellos,
con el canto de los grillos silbando odas, al recuerdo,
en las noches sin luna cuando la nostalgia
se hace mensajera,de susurros viejos.
Es el amor que me encarama en alas de mariposas,
entonces agarro mi morral,con mi alma de poeta
que fecunda mi útero de cielos intensos,
me poso,en su ombligo remeciendo el tiempo.
Ahí donde florece cada rosa,y aún con mis ojos regados
la plegaria se vuelve serena, el sonido del silencio
se vuelve serenata de violines que sostiene, mi universo.
Guillermina Covarrubias Medina
28/02/2015/