16 feb 2020

AMANECIDA







Un ladrido de madrugada despierta en oleaje el vuelo de los pájaros, perverso silencio; que me habla y pone en vitrina las secuelas de la piel y del alma.
Y los pensamientos también huyen de la quietud de mis manos que intenta apaciguarlos y prensar el fardo gris que detona como una bomba atómica,ahí donde morí mil veces y mil veces volví a vivir. Sentí la culpa de no ser perfecta para un ser perfecto, entonces se marchitaron las margaritas de la boca, duelen los recuerdos más que los leñazos del tiempo.
Apego mi cabeza al cristal, desanda a los dibujos morados, las membranas me exigen respuestas; se contrae mi boca y la mañana huele a esa verdad que amartillo.
Una y cien veces crucé el mar rojo, di vueltas esas mismas veces en círculo, quise beber del becerro de oro y en conclusiva siempre regresé por cebollas a Egipto.
La oscuridad fatiga, hace agujeros muy hondos que no hay espuma que los tape…. Las noches siempre serán noches, pero la claridad no es efímera, y el amanecer nunca se tarda…
Entonces gire el timón, y cambio el rumbo a mar abierto... ya no quiero volver a Ítaca.

Guillermina Covarrubias Medina
Febrero 2020

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