16 nov 2015

AYERES




Encerré mi rostro
amanecido de madrugadas
en el recodo de tus ojos;
para enseñarte
una a una las caricias del agua.
Es ahí donde el alma se me quiebra
como la tierra seca agrietada.
Hoy te vi por un momento,
otra vez en mis recuerdos
entregándome;
como agua al inmenso río
allí donde los peces
con escamas de auroras nadan.
Se enreda tu nombre en mis palabras
y mi grito se escapa con el viento
como la rosa de fuego, que se entrega
y se lleva contigo este corazón inquieto.
Cuanto quisiera venir y decirte:
en un día de otoño, me veraz llegar
pero yo, ya no volveré sobre mis pasos
que siguen seduciendo;
el color de las orquídeas
el aire profundo de una estrella lejana.






Guillermina Covarrubias.
14/11/2015

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