Te espero desde siempre
salpicada de estaciones
colgada en el tiempo
con mi cuerpo de madera
que navega a la deriva
al infinito del alma.
A las memorias trapecistas
con la sombra anclada
al filo del barranco.
El viento silba una canción
y danzo como un pájaro
mis ramas elevan quejas
a las curvas del horizonte.
Las nubes atiborradas de negro
y sus calles llenas de cicatrices
le sacan gotas a la lluvias
mientras cae el telón del olvido
reflejado en mi paraguas.
La soledad respira mojada
en la sabana de la tierra
y aquel banco desnudo
vitorea las horas vacías
donde se cuaja el silencio.
Guillermina Covarrubias Medina
Julio 2024
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