3 jun 2019

Los jazmines tambien florecen de noche.


Yo pintaba para espantapájaros tejiendo palabras con los rayos del sol, nunca sabrás que escribí versos para ti, nunca sabrás que fui solo una mano en la niebla en la herrumbre de otras hojas, en la última estación del tiempo, secreto que pesa más que el infinito que se adentra en el alma, en los ojos, un resto amargo, pero más breve cada otoño, aún existe en la sed de mis mañanas olorosas a café y en la ilusión del verso vivo.
Miro desde la ventana la noche está vacía, la luna ya no viene a jugar a las escondidas en estos días lluviosos y moldea la memoria, le da forma es el perímetro de los recuerdos, sabes; Las letras como pequeños duendes van marcando el reloj, entonces germinas como la concordia te escucho en la respiración de la lluvia;
Te acurrucas a mi pecho como estrella, te aprieto en la curva de mis brazos ávidos, las coyunturas alzan vuelo en un viaje efímero amansando el oleaje con tus ojos buenos y un suspiro se extiende como una página y esas cartas que no llegaron a destino.
No, no son recuerdos, son fragmentos, los restos de un espejo o quizás las cicatrices del viento…mañana cambiaré de lugar mi ventana.


Guillermina Covarrubias Medina
Mayo 2019.

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